El
bacteriólogo alemán Robert Koch, en 1881 demostró bajo condiciones controladas de
laboratorio que los cultivos puros de bacterias podían ser destruidos por
hipoclorito (lejía-bleach-lavandina).
El grueso de la investigación sobre desinfección de cloro
realizada desde los años 40 a los 70 con un énfasis en bacterias,
proporcionó observaciones sobre la manera en que el cloro mata al
microorganismo.
Las observaciones
que las células bacterianas dosificadas con cloro liberan ácidos nucleicos,
proteínas y potasio y las funciones de la membrana, tales como la respiración y
transporte activo, son más afectadas por el cloro que los procesos
citoplasmáticos, dirigen la atención de investigadores a la superficie de la
célula bacteriana.
La hipótesis fue que la pared de células bacterianas, bajo
estrés ambiental, podría interactuar con el cloro.
La exposición del
cloro parece causar alteraciones físicas, químicas y bioquímicas en la pared de
la célula.
El cloro destruye
la barrera protectora de la célula, con lo que concluyen las funciones vitales
y da lugar a la muerte del microorganismo.
Una posible
secuencia de los casos durante la cloración sería:
- la
interrupción de la barrera de la pared de célula mediante reacciones del
cloro con sitios proyectados en la superficie de células
- descarga
de elementos constitutivos celulares vitales de la célula
- terminación
de las funciones asociadas con membranas
- terminación
de las funciones celulares dentro de la célula.
Durante el esta
secuencia de casos, el microorganismo muere, lo que significa que ya no es
capaz de crecer o causar una enfermedad.
Con
los equipos purificadores de agua se elimina la presencia de cloro y otras
sustancias.
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