El pH es una de las
mediciones más comunes de laboratorio, porque muchos procesos químicos dependen
del pH.
Peter Sorensen
(1868-1939) estudió el efecto de la concentración de los iones de hidrógeno
sobre las proteínas. Introdujo la escala de pH en 1909.
El pH es
una medida de acidez o alcalinidad de una disolución.
El pH indica la concentración de iones hidronio [H3O]+ presentes en determinadas disoluciones.
Con frecuencia, la
velocidad o el ritmo de las reacciones químicas pueden ser alterados
significativamente por el pH de la solución.
La solubilidad de
muchos agentes químicos en solución y su disponibilidad biológica dependen del
pH.
El pH se relaciona mucho con la calidad del agua.
Esto es así porque el cloro solo hace efecto si el pH del agua está entre 6,5 y
8.
Si el pH del agua
es superior a 8 o inferior a 6,5, por más cloro que se añada este no actuará.
Por ello es importante vigilar que el pH esté siempre entre 6,5 y 8.
La calidad del agua
en una piscina depende directamente del pH, si no se le da mantenimiento puede
provocar enfermedades a sus usuarios.
Son ácidas las
disoluciones con pH menores que 7 (el valor del exponente de la
concentración es mayor, porque hay más iones hidrógeno en la disolución).
Por otro lado, las
disoluciones alcalinas tienen un pH superior a 7.
Usualmente la
química fisiológica de los organismos vivos tiene límites muy específicos de
pH.
En nuestras vidas
modernas, prácticamente se ha probado en algún momento el pH de todo lo que
usamos, es decir, en algún punto se efectúa una medición del pH del agua del
grifo con la que nos cepillamos los dientes, el papel sobre el que escribimos,
los alimentos que comemos o las medicinas que tomamos, por citar ejemplos.
Ver link: